Jerónimo Tristante: «Ya no hacemos novelas de policías con gabardinas»

Entrevista a Jerónimo Tristante, autor de «Nunca es tarde», Premio Novela Ateneo de Sevilla.

Por Ana Basanta

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«Ya no hacemos novelas de policías con gabardinas»

A Jerónimo Tristante le gusta romper clichés literarios, motivo por el que creó a Víctor Ros, un detective carismático que huye del papel de policía perdedor y gracias al cual se dio a conocer ante el gran público en 2006. Ahora, en ‘Nunca es tarde’ (Algaida Editores), la protagonista es Isabel Amat, una ama de casa aficionada a la novela negra que sorprende con sus investigaciones. Con esta última obra, Tristante ha ganado el XLIX Premio de Novela Ateneo de Sevilla y, como ocurrió con Víctor Ros, espera ver a Isabel Amat en una serie de televisión.

La protagonista de ‘Nunca es tarde’, Isabel Amat, es un ama de casa que, gracias a su curiosidad, aporta datos muy importantes a la investigación. ¿Es Isabel una especie de antihéroe?

Anteriormente, yo había hecho una novela un poco de cliché de novela negra, con el personaje de Julio Alsina, que es un poco el detective perdedor, pero el ‘looser‘, que a veces es un policía corrupto, que trata mal a la mujer…Son personajes con los que a mí me cuesta identificarme. Ese cliché me cansa mucho y siempre he huido de él, por eso Víctor Ros es un personaje tan decimonónico.

En el caso de Isabel Amat, es como apuntas, y es que una de las características del género policíaco que le han hecho tan popular es que es muy lúdico y muy vivo. Esto nos hace evolucionar mucho, buscar cosas nuevas y ya no hacemos novelas de policías con gabardinas como hace muchos años. Buscamos cosas nuevas y una de ellas es que el protagonista no sea siempre el mismo, el clásico, el policía chusquero.

Hemos ido evolucionando, hay novelas en las que el protagonista es un escritor, un periodista, un abogado. Isabel Amat es un ama de casa que descubre que no le ha ido bien con la apuesta que ha hecho en la vida.

Descubre que ha estado tirando sus mejores años con un papanatas, un payaso que no vale la pena y, claro, precisamente esto es lo que le hace a ella no ser creíble como investigadora y que cuando ella dice que ve que están repitiéndose los crímenes no la tomen en serio.

En ‘Nunca es tarde’ salen muchos personajes, y están muy bien ordenados. ¿Tiene algo que ver tu experiencia en docencia, como profesor de Biología, con la forma de clasificar a personajes y capítulos?

En el mundo docente, en el que ya tengo 20 años de experiencia, vas desarrollando estrategias que van encaminadas en mantener la atención de la gente al muy corto plazo, cómo transmitir una idea, cómo contar algo, pero son cosas que tienes que transmitir en segundos. En cambio, cuando te pones a escribir tienes todo el tiempo del mundo para pensártelo, esto es algo que te ayuda mucho a desarrollar la capacidad de saber contar algo de manera que puedas administrar bien la información, también hacer repasitos de vez en cuando, para que el lector tampoco se te despiste, porque a veces son tramas complejas.

Saber secuenciar cómo vas a administrar una información es muy importante para generar una sensación de suspense en el lector, y de ganas de saber, que es lo que hace que te den ganas de dar la vuelta a la página.

¿Qué has copiado de la realidad para escribir ‘Nunca es tarde’?

Pues sí que hay una cosa que he copiado, y es un poco el arquetipo de Isabel Amat, que aunque parezca mentira es algo lo he visto mucho en la sociedad actual, en amigas mías, en parejas que he tenido yo. Esta chica de 42 años, que no sé por qué se repite esto, pero yo lo he visto muchas veces, la chica de 40 y tantos años, mona, maja, que se cuida, que tiene un buen puesto de trabajo, que lleva la casa para adelante y carga con los críos porque los tíos no hacen nada, y de pronto descubre a los cuarenta y pocos que su marido es un vaina que le está engañando con una tía mucho peor que ella, o varias.

Es un proceso jodido. Inmediatamente la autoestima cae a niveles insospechables, y a partir de ahí cuesta trabajo. Lo que pasa es que Isabel Amat, de rebote, empieza a investigar un caso de hace más de 40 años y, además, conoce a una persona, a Enar, un noruego un poco raro que está ahí medio refugiado en el monte y esto le ayuda a empezar de nuevo porque nunca es tarde. Creo que eso, inconscientemente, sí lo he cogido de amigas, la idea de pasar una etapa chunga hasta que vuelven a rehacerse y a recuperar la autoestima.

En el pueblo en el que se centra la trama, El Valle, hay muchas personas rotas por unos crímenes que son conocidos, pero de los que no se habla. ¿Se repite demasiadas veces esta historia?

No tiene por qué ser así. En el caso de la novela, sí que hay un motivo por el cual esto se ha soterrado, es una localidad turística, no interesa que fuera asociada en su momento a unos crímenes horrendos y se consiguió olvidar el asunto. Yo leo mucho sobre el tema, sobre todo me interesa mucho el asunto de los asesinos seriales y no encuentro esa especie de olvido con las víctimas. En este caso, sí que sucede de esta forma porque es algo de lo que no interesa hablar.

En el libro, algunas personas emprenden una vida nueva que no esperaban por la edad o por la costumbre. ¿El Valle refleja la parte oscura de una vida sencilla de pueblo, en cuanto a habladurías?

Sí. Da mucho juego. También es verdad que desde el punto de vista literario, y no te digo ya con una trama relacionada con lo policial, ese tipo de ambiente a veces da mucho más juego que una gran ciudad. Lo hemos visto en series como ‘Broadchurch’ en un entorno reducido, donde se produce un crimen, entonces empieza a investigar la policía, pones un ventilador y empiezan a salir miserias de todo tipo.

En un entorno tan reducido para el autor es más fácil el ir destripando secretos del pasado que tienen relación unos con otros y desde el punto de vista de la trama policíaca, ayuda muchísimo, claro.

De hecho, en la novela que he estado escribiendo este verano, y que no he acabado porque he empezado las clases, he continuado con Isabel Amat, y está un poco relacionado con este tema, está relacionado con el valor de la información, el que todo el mundo tiene secretos, que me interesa mucho explorar.

En algún momento, alguien importante le dice a Isabel, ‘Estás removiendo mucha mierda’. ¿Por qué hace tanto Isabel por conocer crímenes de hace años cuando no le tocan de cerca?

Ella está haciendo un álbum de recortes para sus hijos, que ya han volado del nido, y se encuentra con esas noticias en la hemeroteca, de crímenes que tuvieron lugar hace mucho tiempo, y a parte se están produciendo unos sucesos aparentemente paranormales que tienen al pueblo un poco desquiciado y, en ese contexto, desaparece una niña en el lugar en el que desapareció la primera de hace cuarenta años.

Ella tiene el convencimiento de que los hechos se están repitiendo, pero no consigue demostrarlo. La policía está investigando el presente pero no tiene ninguna pista y una forma de intentar aclarar qué es lo que está pasando es aclarar qué ocurrió realmente en el pasado porque ella llega a la conclusión de que ese caso se cerró en falso.

Es una novela, en ese sentido, un poco diferente. No estamos investigando los casos de hoy en día, que eso ya lo está haciendo la policía, sino que ella, que es una aficionada, con un escritor noruego, investiga algo de hace cuarenta años para resolver el caso actual.

En algún momento del libro se habla de sobornos, ¿crees que es algo muy actual?

Sí. Yo vengo de Murcia. El Levante español ha sido paradigma de los grandísimos casos de corrupción que han ocurrido en este país, inmobiliarias, de la trama Gürtel, hemos tenido juicios recientemente. Es algo que a nivel social está muy presente y nosotros conocemos muy de cerca. Es algo que por lo menos de oídas todo el mundo conoce. Si encima es una persona informada, como yo, que escribo artículos todas las semanas en prensa, en Murcia, un poco la realidad política de mi región, pues es algo que por desgracia está al orden del día. También lo vemos aquí, en Catalunya, con los casos de corrupción en época de CiU o en Madrid con el PP. Es algo que, por desgracia, en nuestra sociedad es demasiado común.

En el mundo real, a veces los buenos pierden y los malos ganan. ¿Escribir te permite hacer de juez y elegir el destino de tus personajes?

Sí, a veces uno se puede permitir un poco esa venganza personal y conseguir que los malos realmente paguen porque en muchos casos el malo se va de rositas, sobre todo cuando el malo es una persona poderosa, o ya no adinerada, sino que está en el mundo de la política y tiene poder incluso para influir en medios de comunicación. Lo vemos muy a menudo, por desgracia.

Te gusta castigar a los malos.

Claro. Además, hay un tópico que dice que en este país robas una gallina y te caen diez años de cárcel, y pegas un desfalco, hundes un banco y no ingresas en prisión.

Tu trayectoria como escritor se centra más en novela negra. ¿Te sientes más cómodo escribiendo casos difíciles de resolver o le has cogido gusto a los enamoramientos?

Normalmente, en la vida sigues a veces un camino profesional que no esperabas que fueras a seguir, y en el mundo literario, empiezas a escribir y vas encontrando sin querer un caminito. Yo ahí pues al final dí con un sello mío personal, porque quería escribir una novela de amor y me salía de misterio, quería escribir una novela histórica y me salía de misterio, entonces di con una fórmula mía, que es lo que suelo hacer yo: misterio con ambientación histórica, pero es verdad que en casi todas las novelas el amor está presente.

Una novela tiene que ser como la vida. Tiene que haber de todo: traición, sexo, violencia, amor. Una novela tiene que emular lo que pasa en la vida. En esta novela hay una historia de amor también, es algo que está presente.

Las novelas policíacas, ¿ganan interés si incluyen historias de amor?

Yo es que en ese sentido soy un poco clásico, más bien romántico, me gustan ese tipo de historias. En general, en la novela negra hay el cliché del desamor, la ‘femme‘ fatal, esto sigue existiendo. En un congreso de novela negra, estuve en una mesa redonda con el tema de Víctor Ros, un tipo felizmente casado, integrado en la sociedad, y eso parece que rechina. Parece que las historias siempre tienen que acabar mal, y la mujer al final engaña al detective, ese cliché cansa, y a mí me gusta poner historias de amor, que acaben bien o que acaben mal, pero que sea una relación de verosimilitud, que esto se parezca a la vida real.

¿Destacarías algo más de la novela?

Es una novela en la que he hecho dos cosas nuevas. Curiosamente, por primera vez la protagonista es una mujer, y llevo 17 años escribiendo. Es la primera novela que he ambientado en la época actual, y me lo pasé pipa. En la novela histórica, solo para empezar a escribir estás en tensión, y en este sentido, empecé a escribir más relajado y a gusto. Eso yo creo que se transmite. Ha sido un cambio de registro que me ha hecho revivir la ilusión de los primeros días que empecé a escribir.

Nunca es tarde jeronimo tristante


2 respuestas a “Jerónimo Tristante: «Ya no hacemos novelas de policías con gabardinas»

  1. Un buena entrevista. En las respuestas encuentro unos interesantes valores para ser aplicados a mi trabajo como periodista; es decir, a la inversa de lo acostumbrado. La novela negra me ha mostrado que es posible desarrollar otro tipo de narrativa para las notas para llevar a lo lectores por una lectura mucho más explicativa y no caer en el cliché de escribirlas fríamente como si no fuesen historias humanas.

    ¡¡Gracias por la idea!!

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